Por muchos años esta pregunta ha sido respondida con un sí,
pero nuevos estudios indican que esto no es del todo cierto.
Una investigación realizada por las doctoras Carmen Gómez
Candela y Samara Palma Milla de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética del
Hospital Universitario La Paz de Madrid ha develado las verdades y mitos sobre
el azúcar y su relación con la obesidad, la salud y el ejercicio.
En el "Libro Blanco del Azúcar" se han recogido
los resultados expuestos por estas doctoras que presentan el lado
"dulce" de la ingesta de azucaradas comidas.
En el capítulo 11, llamado "Obesidad y azúcar: aliados
o enemigos" se enfatiza en que a diferencia de lo que ocurre con la
ingesta de grasa para la que se ha demostrado una fuerte correlación entre su
consumo excesivo y el riesgo de sufrir de sobrepeso; la relación de comer
alimentos que contengan azúcar y el incremento del peso corporal no es tan
evidente.
Una de las afirmaciones con la que sustentan esto es que los azúcares, además del sabor dulce, añaden una amplia variedad de cualidades
favorables a los alimentos, como su acción antimicrobiana, el gusto, aroma y
textura, así como la viscosidad y consistencia, las cuales son generadoras de
saciedad, lo que evita que se coma de más.
También aseguran que está en duda que las comidas dulces se
conviertan en grasa porque para el cuerpo es energéticamente muy costoso y es
difícil aumentar la masa grasa mediante un consumo excesivo de hidratos de
carbono, es decir de azúcar.
Vale la pena tomar en cuenta sus apuntes sobre el empleo de
endulzantes sin calorías como sustitutos de todo o parte del contenido en
azúcares de las comidas y bebidas, lo cual ha tenido su máxima expansión en los
últimos 35 años. En su libro, las profesionales de la salud indican que
sustituir el azúcar por edulcorantes artificiales intensos, representa un
ahorro calórico poco significativo, respecto al total de calorías diarias, y
puede generar una falsa tranquilidad que favorezca la adopción de
comportamientos contraproducentes, como consumir en exceso estos productos
"bajos en calorías" y otros alimentos con un elevado aporte de grasa.
Señalan como un ejemplo de esto que a través de diversos
estudios realizados en países como Australia y Reino Unido, se ha observado que
cómo a pesar de haber un aumento del consumo de bebidas con 0% de calorías, con
endulzantes artificiales, en detrimento de las azucaradas; no ha disminuido la
incidencia ni prevalencia de la obesidad. En el libro a esto se le llama
"paradoja australiana" y es uno de los puntos con los que defienden
que no existe relación entre el consumo de azúcares y la aparición del
sobrepeso en la población, sino que hay muchos otros factores que inciden en el
aumento de peso como el sedentarismo.
Se podría decir que por sí sola la ingesta de azúcar no
engorda, pero sí los alimentos dulces industrializados ricos en grasa y con una
gran carga calórica.
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